Conductas frecuentes de los niños/as con déficit de atención.

El déficit de atención constituye uno de los trastornos del desarrollo más importantes dentro de los problemas que afectan a los niños y niñas en sus relaciones con su entorno familiar, social y educativo.

Se caracteriza por un comportamiento generalizado que presenta dificultades de atención (inatención o desatención) que, si bien está presente desde los primeros años de vida, se manifiesta con mayor claridad cuando los niños y niñas inician su experiencia educativa formal.

Algunas conductas frecuentes son las siguientes:

1. Corto tiempo de atención a un determinado estímulo, situación o tarea, con mucha susceptibilidad a distraerse frente a cualquier otro estímulo que esté a su alrededor. Si bien todos los niños y niñas se distraen en algún momento, en estos niños/as esta condición es permanente y por tanto muy notoria.

2. Dificultad para seguir instrucciones. Que se manifiesta tanto en las tareas como en la adaptación a las normas de convivencia y a las reglas de los juegos. Puede dar la impresión de que no han escuchado bien.

3. Acciones precipitadas para alcanzar algo, sin evaluar las consecuencias. Suelen ser niños o niñas poco cuidadosos/as en situaciones de riesgo y por tanto, con altas probabilidades de accidentarse.

4. . Conductas impulsivas tanto en lo corporal, como en lo emocional y, en la medida que adquieren el lenguaje, en lo verbal. En general se observa que son niños y niñas que tienen dificultades para esperar su turno, suelen adelantarse y ocupar el espacio o los juguetes de otros, aún cuando se haya reglamentado distinto, les cuesta tolerar la frustración, se enojan con facilidad cuando no se les da lo que desean y luego en las experiencias de diálogo interrumpen a compañeros y adultos sin esperar su turno.

5. Dificultades para acomodar su actividad motriz a las exigencias del ambiente, movimiento constante.

6. Evitan actividades que requieren un esfuerzo de atención.

7. Cometen errores por descuido en las tareas.

8. Pierden y olvidan sus materiales.

Estas son algunas de las conductas más frecuentes que podemos observar, cuando estas son latentes es muy importante acudir al profesional adecuado ya que a edad temprana los niños y niñas tienen menos exigencias, y por tanto, menos experiencias de fracaso acumulado. Esto quiere decir que también su imagen personal está menos deteriorada por experiencias repetidas de fracaso. Como tienen menos experiencias de fracaso acumulado, la motivación por el descubrimiento, el juego y la tarea también está más intacta por lo que es más factible interesarlos por las tareas, con menos probabilidades de abandono de ellas por desmotivación. En los padres y educadores de los niños más pequeños suele ser más frecuente encontrar mayor compromiso y disposición para apoyarlos de manera sistemática en sus dificultades.