¿Por qué la batería? Preguntas frecuentes, y otras no tanto.

¿Por qué la batería?

Es la primera pregunta que deberías hacerte aunque no sea requisito fundamental tenerlo todo tan claro el primer minuto en el que decides que la música es tu camino, o que simplemente disfrutas de participar en una banda, o incluso cuando decides que la batería es tu instrumento.

Si has decidido que la batería es tu instrumento, tal vez deberías hacerte esta pregunta, porque puede ayudarte a determinar tu propio lugar dentro de la música, que es un lugar bastante amplio y al mismo tiempo un mundo muy rico el cual explorar.

A continuación expongo algunas preguntas que he querido redactar de esta manera, basado en experiencias e historias que he ido encontrándome a lo largo de mi experiencia como profesor y como músico.

1,2,3 y:

¿No había nadie que tocara la batería con el grupo que queríais hacer, y te tocó a ti?Bien, a veces, de estas decisiones que parecen aleatorias o inevitables, salen los descubrimientos más interesantes. Si te ves con capacidad, con ganas, y si lo que oyes cuando te escuchas y prestas atención a lo que tocas te gusta, y le gusta al resto de integrantes de la banda, creo que has hecho una buena elección! A por ella sin miedo.

¿Siempre has sido inquieto o inquieta, y ves que en la batería está tu “terapia”? Buenísimo! El aprendizaje de cualquier instrumento musical es, generalmente, muy beneficioso, siempre y cuando se haga con ganas, y no por obligación. De esto surge otro punto o tema a tratar, igual de interesante que preguntarte el por qué has decidido la batería, y aplicable a cualquier otro instrumento: Las ganas versus la obligación.

Las ganas de aprender no deberían estar en pugna con la obligación de estudiar, de hecho, el ideal es que vayan de la mano. Y aunque a veces no tengas ganas, deberás esforzarte y ponerte a ello, incluso aunque no tengas mucho ánimo de practicar. Cuesta. Todos los que hemos pasado por ahí lo sabemos.

Te cuento una historia que a mi me ayudó. Una vez, un batería de jazz e improvisación libre llamado Ramón Prats, (un grande entre los grandes, recomendadísimo), dijo en una masterclass organizada en Salamanca, algo parecido a esto: “Mi responsabilidad como batería no es tener o no ganas, si no GENERAR dentro mío esas ganas de practicar. Y si hace falta ir a dar un paseo, desconectar un rato, coger la bici y tirar al monte un momento y respirar aire puro, para luego tener ganas y practicar a gusto, es lo que debo hacer.” Sabias palabras, que sin duda te ayudarán en esos momentos donde la energía está más baja.

¿Te gusta la batería porque es un instrumento “ruidoso” o con mucho volumen? Vale, es un buen comienzo y aunque no todo en la batería sea darle fuerte ni con volumen, también es un apartado importante el cual trabajar y dominar. Luego retomaré este punto.

¿Has elegido la batería porque tu héroe o heroína es batería? Muy bien! Este punto es muy importante, sobretodo cuando se está comenzando. Debes intentar, en la medida de lo posible, imitar a la perfección a tu batería estandarte, ya que de la repetición constante y consciente se logra un mayor entendimiento y una asimilación efectiva de los conceptos que quieres aprender de esa persona en cuestión.

¿Te gusta la solidez de John Bonham? ¿el virtuosismo de Buddy Rich? ¿El groove de Bernard “pretty” Purdie? ¿la creatividad de Anika Nilles? Adelante, no te cortes un pelo en imitar sus licks e intentar entender su acercamiento personal a la música a través de la batería. Si puedes reforzar con vídeos, libros o documentos que te hablen de la parte personal, también deberías aprovecharlo. A veces ellos mismos pueden ayudarte con esa pregunta del principio ¿por qué la batería? Estoy seguro que conocer su punto de vista te podrá guiar un poco más en este hermoso camino de la batería.

Volviendo al tema del volumen, que en la música se denomina “dinámica”, tengo que decirte que debería estar determinado por factores externos a ti. ok. Aquí debo aclarar algo. Es responsabilidad tuya dominar la dinámica de manera efectiva y tocar a un volumen alto o bajo (forte, o piano, respectivamente en nomenclatura musical). Parece contradictorio que diga una cosa y luego otra, pero ahora te explico. Al estar interpretando música, y al ser parte de un grupo, debes acoplar, acomodar, adaptar y analizar el volumen total de la música que estáis interpretando. Si el pasaje musical que estáis interpretando requiere de una dinámica baja, TIENES que ser capaz de tocar piano, e incluso pianissimo. Al revés también funciona. Si la música requiere de fuerza, pegada y volumen, no deberías quedarte atrás tampoco. Es cosa de ir escuchando lo que sucede a tu alrededor y adaptarte de la mejor manera posible, para que EL TOTAL de la música que interpretéis en ese momento, suene bien y funcione. Recuerda que eres una pieza más de la banda, y por mucho que tu ritmo en ese momento sea simple, suave, monótono e incluso “aburrido”, (ojo con esto último, no hay papeles pequeños, hay actores pequeños), si funciona con la música, es ahí. Llegaste donde tenías que estar, y yastá. Humildad y alto poder de escucha, no queda otra.

Todo esto se aplica a la interpretación musical, pero tal vez podría pasar a segundo plano en lo que a la creación musical se refiere.

Una cosa es tener que llevar a cabo determinado trabajo como por ejemplo, acompañar a un instrumento que de por sí no tiene el volumen como para competir con una batería. Pero por otro lado, está el momento de creación musical, donde tal vez ponerte límites en lo que respecta al volumen te juegue en contra. Lo importante es que si estás a gusto con lo que está sonando, y funciona, no debería importar tanto si está fuerte o suave… siempre y cuando ¡funcione con el total! Si estás en una banda creando música propia, lo único que debería lucirse al final, es, valga la redundancia, el producto final, y para eso hay que escuchar, aunar criterios, comparar todas las ideas para llegar a la mejor, a la que mejor funcione en el final del ensayo. En resumen, tu técnica debe estar al servicio de la música, y no al revés. y parte importante de la técnica, es el control de la dinámica. Tienes las herramientas, y sabes cómo y cuándo usarlas.

Retomando las preguntas existenciales con respecto a los tambores y platillos, otra pregunta que podría quitarte el sueño es:

¿Valgo para tocar batería?

La respuesta que yo te puedo dar es incómoda, pero tiene su lógica.

Todo el mundo vale para tocar batería, pero no todo el mundo llega a ser tan buen batería como quisiera.

Es un punto delicado, porque al mismo tiempo que has decidido que la batería es tu pasión, puede que la aproximación rítmica a este instrumento , o la coordinación necesaria para el correcto ejercicio de la música te cueste más que a algún colega que se le dé de maravilla, con la mitad de esfuerzo que a ti.

Y la pregunta siguiente es: ¿Y?

¿Qué más da si a alguien tarda la mitad de tiempo que tú en llegar a sacar un ejercicio, un lick o un fill? Eso no determina tu idoneidad a la hora de tocar batería, y tal vez lo único que indica es que debes calcular cuánto tiempo vas a tardar en llegar al mismo punto que otra persona.

Es indiferente tener talento, (aunque no podemos negar que ayuda), si no pones trabajo, disciplina y dedicación de tu parte. Es así de simple. Aunque puede que pase lo siguiente: ves que por mucho empeño que pones no llegas al sitio donde quieres, y por mucho esfuerzo que hagas no tienes las capacidades para entender por qué no avanzas, ni suenas como quieres. Es en este punto donde deberías preguntarte si estás estudiando de la manera correcta.

Y es aquí donde la figura de un profesor se torna fundamental. Alguien con más experiencia que tú puede guiarte y “desbloquear” eso que no te permite avanzar, haciéndote entender desde su experiencia, cosas que tal vez eran más fáciles de lo que pensabas, o cosas que estabas dejando de lado por ser muy difíciles y que deberían ser lo primero a trabajar en el aprendizaje de la batería.

Si luego incluso de dar clases con un profesor, ves que tus atributos como batería no son los que quisieras, tal vez deberías plantearte la elección de otro instrumento, en caso de que quieras desempeñarte de manera profesional en la música.

O tal vez podrías elegir otro instrumento de percusión, si lo tuyo no es mover las 4 extremidades, pero tienes una técnica de tambor increíble con la que estás a gusto y ves que funciona dentro de la música, del tempo y la dinámica.

A veces cuesta mucho darse cuenta y asumir que la batería no es tu camino, pero recuerda que no es el único camino, y que la música es de todos, aunque a algunas personas se les dé mejor que otras.

Primero tenemos que tenerle respeto a la música, y aprender a funcionar de la mejor manera para hacerla mejor, más grande y siempre, repito, siempre, con el respeto que se merece.

He hablado de “llegar a”, y de "objetivos", y esto no está mal, aunque no es lo único.

La música, lamentable y afortunadamente al mismo tiempo, es un camino que no acaba. Y cada vez que aprendes algo, siempre hay otra cosa que podrías mejorar, y así se repite el ciclo, desde otro punto, eternamente.

Por eso, lo de plantearse objetivos está bien, pero el objetivo primordial debería ser practicar y mejorar, en función del tiempo que quieras (y puedas) dedicarle.

No puedes pretender tocar como Cindy Blackman, si dedicas media hora a la semana. Eso es una verdad como un templo.

Por eso es que los objetivos deben ser a medida de tu tiempo y de tus capacidades, y si el objetivo es tocar semicorcheas a 70bpm, seguramente dedicándole más horas de estudio lo conseguirás en un periodo de tiempo menor al que te imaginaste en un principio, cuando no te salía.

Todo es proponérselo, centrarse en un objetivo real y acorde a nuestras posibilidades, y dedicar el tiempo necesario para ello. No hay magia. La magia ocurre luego, cuando podemos compartir con los demás nuestros avances, siempre en virtud de la música.

Ánimo, que, al final del día, la batería y la música te lo agradecerán.

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