Desde que era pequeña (habré tenido 10 años) jugábamos con mis primitas a la "escuelita". Recuerdo que yo era la maestra de ingles. Las pocas palabras teóricas que había aprendido en la primaria, las aplicaba en este juego. Me gustaba hacer dibujos con las preposiciones e incluso con los colores, de esta manera no solo resultaba más llamativo a la hora de hablar sobre ello sino que también facilitaba su comprensión.
Empezá a dar clases particulares
También hacíamos evaluaciones, las cuales las hacía de igual manera con dibujos e interactivas: tenían que unir con flechas, completar palabras o incluso mis primitas tenían que dibujar. Los "grandes" como los llamábamos en ese entonces, que no eran más que mis tías, al enterarse de este juego se entusiasmaron e incluso nos proponían que viésemos temas que a mis primas les costaba en la escuela.
Me gustaba mucho ese juego. Ahora que lo veo en retrospectiva pienso que era una manera de hacer interesantes las clases y divertido lo que veíamos en la escuela. Hoy en día creo firmemente que el aprendizaje no tiene porque ser aburrido, justamente es cuando se fijan conceptos y teorías al involucrar varios aspectos del sistema cognitivo.
Incluso en los primeros años de la universidad me gustaba explicarles a mis compañeras temas de física, matemáticas y química que no entendían. Siento que el hecho de enseñar se asemeja mucho a compartir una galleta, un mate, una comida. Es ampliarse uno como persona, es perpetuar los conocimientos arraigados y que no se estanquen en uno. Es ayudar al alumno.
Como dijo Hippolyte de Livry “La generosidad no necesita recompensa, se paga a sí misma”. Y esa recompensa que el mismo hecho de compartir conocimiento brinda, se traduce de multiples maneras. Y a ti... ¿Qué recompensas te dejó la enseñanza?