Las niñas y niños son seres vivos, no máquinas que podamos modelar a nuestro antojo, por lo tanto necesitan tiempo para crecer, madurar y desarrollarse.
Si bien la situación actual ha presentado circunstancias difíciles para nuestr@s niñ@s en el sentido de que sus necesidades básicas de juego y movimiento se han visto limitadas, el hecho de pasar más tiempo fuera de las aulas ha conllevado que tengan mayor libertad de comportarse como son, como niñ@s.
En este sentido, al encontrarse en su entorno natural y lejos del comportamiento estandarizado que exige el centro educativo, pueden cometer errores a su ritmo, rendirse, impacientarse, levantarse y continuar jugando. Pues la música funciona también de esa manera, con un modo natural de ser.
Es verdad que los sonidos deben estar organizados y bien calibrados para que suenen agradables al oído, pero si antes no ha habido un trabajo en el que se han cometido cantidades exhorbitantes de "errores" por usar alguna palabra, no se puede saber qué suena bien y qué no. L@s niñ@s y en general los seres vivos aprenden a sobrevivir equivocándose, intentando una y otra vez, probando diferentes alternativas.
La música, al igual que cualquier otro lenguaje artístico les permite expresarse de manera libre, pero no libre en el sentido egoísta de la palabra, sino desde la responsabilidad y el respeto con uno mismo, produciendo sonidos, que tal vez al principio no sean agradables, pero que les van generando principalmente el disfrute de hacer algo sin esperar un resultado, sin expectativas, sin metas definidas que satisfagan a terceros.
La expresión musical debería ser así al principio, permitiendo a la niña y al niño expresarse a través del cuerpo, de sonidos, silbidos, chasqueos, gorjeos, canciones, tarareos y toda la gama de sonidos que puedan producir, reproducir e identificar.
De esta forma, el cuerpo se relaja, el oído se va volviendo más receptivo, y se va preparando para distinguir los sonidos armoniosos de aquellos que no son tan armoniosos. Hay mayor confianza y apertura para la expresión en general, para hablar, escuchar, sostener una conversación, pues hay mayor interacción con el entorno, y reconocimiento de que todo es sonido, y vibración.
Con el paso del tiempo, la persona va reconociendo su ritmo natural, no aquel que se le ha impuesto, y se guía por el primero. Y conforme va creciendo, hay mayor seguridad y conocimiento de sí, mayor identificación de los ritmos y tipos de aprendizaje, y esto, por ejemplo, puede llevar a tener mayor claridad al momento de escoger una carrera o profesión.
A nivel social, las habilidades blandas han tenido mayor oportunidad de desarrollarse, pues la música, como toda expresión artística, es una práctica que lleva a la persona hacia su lado más sensible.
Al tocar esa sensibilidad, la persona es capaz de observarse a sí misma como un todo, no como un ente individual, pues es capaz de reconocer lo que siente y piensa no solo en sí misma sino en todas las personas y seres que le rodean. Esto la vuelve compasiva, empática, comprensiva y capaz de resolver conflictos de manera armoniosa.
Además del desarrollo de ambos hemisferios cerebrales y mayor conexión entre ellos, está el aspecto comunicativo de la música. El solo hecho de cantar, logra un mayor desarrollo del lenguaje, el habla, la conciencia fonológica y el sentido de la comunicación en sí misma.
Las personas que han tenido contacto con la música desde edades tempranas, se puede decir que han logrado un gran desarrollo de sus habilidades comunicativas, tanto a nivel de emisión como de recepción, así como mayor comprensión lectora y del habla.
Y por si fuera poco, todo ello no solo se ve reflejado en la parte comunicativa sino que el ser humano, al ser un todo, extrapola sus habilidades hacia diferentes aspectos de su vida en cuanto se ve expuesto a determinadas situaciones que le empujan a buscar diferentes alternativas para la resolución de problemas.
En resumen, la música activa la mayor parte de áreas de ambos hemisferios cerebrales, lo que conlleva un desarrollo integral de la persona. Por eso y por muchas cosas más, la música es una excelente forma de acompañar a nuestr@s hij@s, permitiéndoles expresarse y descubrir su ser en el mundo.