Hay lenguas que se usan para la comunicación de los habitantes de un país o de una región y otras que se usan para comunicaciones a nivel internacional, pero también hay lenguas cuyo uso es cada vez menor, y que en pocos años desaparecer. Son las llamadas lenguas en peligro de extinción.
En el mundo se calcula que existen unas 6.000 lenguas de las que, según una estimación de la Unesco, casi la mitad podrían desaparecer a lo largo del primer siglo de este milenio. Precisamente por ello, desde hace algún tiempo se están desarrollando iniciativas para evitar que estas lenguas en peligro de extinción terminen por desaparecer.
¿Por qué es importante evitar que lenguas en peligro de extinción desaparezcan?
Una lengua no es solo una forma de comunicarse, también es el mejor reflejo de la identidad cultural. En ella se pueden apreciar elementos culturales del pueblo que la habla, pero también hechos históricos, influencia de otras culturas e incluso hechos históricos que dejaron su huella en la lengua que se habla en un momento concreto.
El hecho de que existan lenguas en peligro de extinción podría suponer pérdidas a la hora de investigar la influencia de unas culturas en otras, en los movimientos de los pueblos por diferentes motivos y en cómo cada acontecimiento importante para un pueblo ha dejado una huella clara en la lengua. Después de todo, las lenguas no son entes aislados e independientes, sino que tejen una red que, a menudo, sirve para conocer o confirmar hechos tan importantes como movimientos migratorios o conflictos bélicos.
Lenguas en peligro de extinción, algunas al borde de la desaparición
Poner el fin de este siglo como punto final para estas lenguas en peligro de extinción hace pensar que aún hay tiempo para desarrollar medidas que favorezcan el uso de estas lenguas, por ejemplo, a nivel académico y escolar o mediante la preferencia de lenguas regionales o locales para las comunicaciones oficiales en el ámbito de uso habitual de estas lenguas.
Sin embargo, la situación es crítica para lenguas como el ter sami, el gottscheerisch, el karaim, el pite sami o el ongota, idiomas de los cuales los últimos datos revelan un futuro nada esperanzador teniendo en cuenta que el número de hablantes de cada una de ellas no llega a diez.
De hecho, muchas de estas lenguas en peligro de extinción se hablan en zonas alejadas y con población envejecida, por lo tanto, la desaparición de estas lenguas pinta como una realidad evidente.
Los problemas de hablar una lengua en peligro de extinción
Hay que tener en cuenta, además, que muchas de estas lenguas son la única forma de comunicación que sus hablantes conocen o, al menos, aquella en la que se comunican de forma cómoda, por lo tanto, impone para los más jóvenes conocer lenguas mayoritarias y ello favorece la desaparición de estas lenguas de carácter regional o local.
Por otro lado, desde un punto administrativo, legal o académico, la imposición de lenguas mayoritarias favorece la desaparición de estos idiomas y, cuando en la actualidad se producen contacto entre quienes hablan solo una lengua con pocos hablantes y otras lenguas existen verdaderos problemas para encontrar traductores capaces de facilitar la comunicación con personas que solo hablan estas lenguas y que, en su mayoría son personas de edad avanzada y/o de zonas rurales alejadas y con baja formación académica.
Conocer las lenguas en peligro de extinción
Está claro que evita que las lenguas en peligro de extinción se terminen por extinguir es un proceso que requiere de diferentes acciones que den presencia a estos idiomas en distintos ámbitos.
Pero, ¿por qué no promover también acciones particulares que favorezcan el aprendizaje de estas lenguas en peligro de extinción? La formación particular puede ser una excelente forma de aportar un granito de arena para frenar la desaparición de lenguas
Como alumnos, elegir uno de estos idiomas implica un compromiso social con una realidad que, de cumplirse, perjudicaría a la sociedad, pero aprender lenguas raras y originales también es una forma de marcar la diferencia y de destacar frente al resto. Por otro lado, quienes conocen idiomas con pocos hablantes y a un nivel suficiente para comunicarse son buscados como traductores o intérpretes cuando sea necesario.
Como profesores, conocer una lengua en peligro de extinción y trasmitirla mediante clases particulares es una excelente contribución para evitar que la lengua se pierda. Por otro lado, como docentes, la enseñanza de lenguas favorece su conocimiento y la investigación de la misma, lo que aporta visibilidad y da importancia a su uso.
¿Os animáis a aprender alguna de las lenguas en peligro de extinción? Tenéis donde elegir, porque en la actualidad son unas 3.000.