El presente post presenta un ensayo que realice sobre la investigación educativa, proceso desarrollado por los docentes en el contexto educativo. Este servirá como una guía-resumen sobre aspectos generales y la importancia de realizar este tipo de investigación en las aulas, así como los beneficios y limitaciones que están relacionados con ella.
El proceso de investigación como actividad humana, está caracterizado por el seguimiento de métodos, técnicas y el uso de instrumentos que permiten la recolección de información que posteriormente será analizada para ser publicada (Mora, L. 2006). En el campo educativo, los investigadores, los cuales pueden ser externos a esta realidad, pueden centrar sus estudios en la demostración de hipótesis y comprobación de teorías, en este caso llevan una investigación sobre la educación; mientras aquellos pertenecientes a ese contexto, como los docentes, se basan en el estudio de la actividad diaria llevada en las aulas, en las escuelas y en la manera como aprende un determinado grupo de alumnos, son estos quienes realizan una investigación en educación, denominada investigación educativa.
La investigación educativa es así, como se mencionó anteriormente, aquella que se ejecuta dentro de los contextos escolares, donde el docente juega un papel como investigador en forma activa, participando junto a sus alumnos y demás agentes en dicho proceso, por lo que es “una actividad orientada por la práctica pedagógica porque surge en ella y a ella se devuelve; se realiza con el propósito de comprenderla para lograr cambiarla, reconstruirla” (Mora. 2006). Este tipo de investigación está enmarcado en el enfoque cualitativo y de carácter experiencial, por lo que el investigador debe manejar conceptos sensibilizadores y tomar datos cualitativos con la intensión de generar sus propias teorías sustantivas que expliquen su actuación en el aula y/o escuela, así como los fenómenos que en ella ocurre (Elliott. 2000, como se citó en Mora. 2006).
Un docente investigador, busca transformar la realidad educativa, mejorando los procesos que están asociados a ella, como el proyecto educativo, currículum, entre otras; en este caso necesita un alto sentido de compromiso y de un esfuerzo reflexivo para la comprensión de las situaciones problema, ya que de ello depende, en gran medida, el éxito de su actividad (González, N; Zerpa, M; Gutiérrez, D; Pirela, C. 2007). Es por ello que la investigación educativa está asociada al paradigma de la teoría critica, el cual da “una visión del mundo que define, para el que la posee, la naturaleza del mundo, el lugar del individuo en él y el rango de sus posibles relaciones con el mundo y sus partes” (Guba y Lincoln. 1994, como se citó en Mora. 2006). En este paradigma, propio de las ciencias sociales, se ubican los principales tipos de investigación realizadas en escuelas.
En este mismo orden de ideas, la investigación-acción (IA) es por excelencia, el tipo de investigación más recurrente a ser utilizado por el docente, se puede definir “como un estudio de una situación social con el fin de mejorar la calidad de la acción dentro de la misma… una reflexión sobre las acciones humanas y las situaciones sociales vividas por los educadores…” (González et al. 2007). Entre las características principales de la IA, se encuentran la colaboración entre investigadores y otros agentes, el compromiso con el cambio y la búsqueda de soluciones a problemas prácticos escolares o comunitarios, desarrollo de teorías y posterior publicación de resultados (González et al. 2007).
Las ventajas que puede ofrecer la investigación realizada en las aulas son múltiples, ya que permiten enriquecer el ejercicio docente, solventar dudas sobre la planificación, desarrollo e implantación de propuestas y estrategias educativas, fomentando la cooperación entre pares y alumnos (González et al. 2007). Mas, sin embargo, esta también tiene sus límites, puesto que no dará respuesta a todas las problemáticas que puedan presentarse; el docente debe entender que los alumnos cooperaran en el proceso descubriendo aquellas inquietudes que surjan en la dinámica educativa sin que estas impliquen una solución, pues ello requiere del seguimiento de una metodología que no todos manejaran, dado el caso, por su nivel de comprensión (Mora. 2006; González et al. 2007).
El docente que implemente en su práctica pedagógica la investigación educativa debe tener en claro una serie de preceptos y compromisos de carácter ético y moral, así como un alto sentido de responsabilidad; este cumulo de normas hacen referencia a los propios conceptos que utiliza el investigador debido a que “las normas éticas son asumidas por la conciencia individual, que es autónoma y … nos las imponemos libremente a nosotros mismos” (Sañudo, L. 2006). Entonces, quien busque realizar esta tarea, como lo amerita el desarrollo de toda investigación, en primer lugar, debe estar actualizado teóricamente y realizar un manejo adecuado de términos relativos al tema a estudiar y el contexto de la investigación (Mora. 2006). La reflexión sobre los hechos y su propia actuación juega un papel fundamental, pues es menester una actitud crítica ante los retos inmersos presentes en ella.
Otro principio resaltante es la preservación de datos y su confidencialidad, así como el respeto a la dignidad, intimidad y privacidad de los sujetos, en este caso alumnos, escuelas y comunidad educativa, participes en el estudio (Mora. 2006). Todo investigador debe respetar a “los participantes como personas valiosas que tienen el derecho autónomo de decisión sobre su inclusión o no en la investigación” (Sañudo. 2006). En este aspecto, únicamente ellos son quienes evaluaran los beneficios, ventajas o desventajas que les otorgue formar parte o no de la actividad, por lo que todo docente investigador debe comunicar, los propósitos y la propiedad intelectual, del caso a estudiar y evaluar por consenso, la veracidad de la información suministrada (Mora. 2006).
Finalmente deben darse a conocer los resultados de la investigación, esto con la intención de dar continuidad al estudio del caso (Mora. 2006). El docente es responsable de comunicar estos resultados con los miembros participantes del estudio, así como toda la comunidad educativa, pues “las teorías y resultados generados … deberían hacerse públicos a otros participantes y también a una comunidad más amplía que pueda tener interés por la situación estudiada” (González et al. 2007). La importancia en la socialización de estos contenidos en revistas y eventos académicos permitirá que otros investigadores puedan seguir ampliando el tema estudiado y mejorando las alternativas de solución, dado el caso, que hayan sido encontradas.
A manera de cierre, la investigación educativa, así como todas las temáticas que la componen, deben ser consideradas por todo el gremio docente; incluidas en los programas de formación para futuros profesionales en el área, contribuyendo a la creación de un perfil orientado a la investigación, proceso enriquecedor para la práctica pedagógica, que pueda dar bases para la búsqueda sistemática de soluciones a los nuevos retos que hoy día enfrentan aulas, escuelas y comunidad educativa en general, tal es el caso del educar basado en la inclusión y para la diversidad, el uso de las nuevas tecnologías de información, el fortalecimiento de valores y de la apertura de conciencias ciudadanas. Es entonces, primordial seguir a la investigación y la educación como ruta a la transformación de la realidad.
Eduardo Portillo
Educación mención dificultades del aprendizaje
Referencias
González, N; Zerpa, M; Gutiérrez, D; Pirela, C. (17 de enero de 2007). La investigación educativa en el hacer docente. Laurus. Vol. 13. Semana 23.
Mora. L. (2006). Investigación educativa. Caracas: Universidad Nacional Abierta
Sañudo, L. (2006). Ética en la investigación. Mesa 2. Visible en: I Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología y Sociedad. México.