Las dudas respecto a las edades más aptas para el aprendizaje, son la principal causa de que gente adulta no se sienta cómoda con la idea de tomar clases de ningún tipo.
Esto conlleva como resultado, que el adulto promedio, inicie incentivado sus clases, pero pierda rápidamente el interés al sentir que no entiende algo y automáticamente tacha de cierto que "el aprender como adulto es difícil".
La realidad es que el adulto tiene una lista de obstáculos que a veces le impide mantener la concentración o llevar una práctica constante del área de interés.
El adulto, tiene como mínimo en la mente cuatro cosas básicas: trabajar, pagar las cuentas, hacer las compras y hacer el balance a fin de mes.
Esas cuatro responsabilidades pueden frustrar por mucho la concentración de un adulto, luego están aquellos que tienen más responsabilidades, padre o madre de familia, a quienes se les suma aún más responsabilidades.
Todas esas responsabilidades, no incluyen el factor presente en la gran mayoría de todo adulto promedio.
El estrés
El estrés afecta nuestra concentración más que cualquiera de nuestras responsabilidades, el estrés nos lleva a creernos incapaces de lograr algo dado al desgano con el cual finalizamos el día a causa del mismo.
¿Significa que si estoy estresado no puedo estudiar?
No, absolutamente no.
Significa que tenemos que aprender a adaptarnos para poder sobrellevar ese estres.
En el caso de los adultos, cuando decidimos tomar una clase, es por un gusto que nos queremos dar, ya sea aprender carpintería, baile, cocina o un idioma. Por eso tenemos que entender que el momento indicado no es en una cierta edad, sino en ese momento del día que podemos reservar algo de energía para disfrutar de aquello que queremos lograr.
Para aprender, la clave principal, es hacer un tiempo en el día, que nos resulte cómodo, nos genere la sensación de tranquilidad y por sobre todo nos permita disfrutar de aquello que estamos estudiando como nuevo objetivo para cruzar nuestras fronteras de conocimiento.