La educación como eje vertebrador de una sociedad más solidaria y más justa

La educación no solo es necesaria, sino que es inevitable. Nuestra naturaleza social propicia que seamos seres gregarios necesitados de relaciones afectivas y de un entorno en el que crecer. Este entorno moldea nuestros valores y nuestras necesidades, por ello es sumamente importante que el ambiente en el que nos desarrollemos sea amoroso, respetuoso y diverso.

La educación, por otra parte, y al contrario de lo que se piensa, ocurre durante toda la vida. Es imposible vivir sin educar y sin educarse. Por ello, es necesario que se produzca un cambio importante en la manera en la que vemos este proceso: no es unidireccional, ni jerárquico, ni tiene una intencionalidad. Por tanto, podriamos decir, de manera muy resumida que la educación puede ser un proceso mediante el que se consiga alcanzar una sociedad basada en la solidaridad y la justicia social. Es a través de la educación como podemos vertebrar una sociedad dotada de una mayor capacidad empática, y por tanto, una sociedad en la que se reduzcan los niveles de violencia y destrucción.

Aunque la educación sea un proceso multidireccional, es decir, que en ella no hay sujetos enseñantes y enseñados, sino que hay sujetos que aprenden, si es verdad que los adultos tenemos una mayor responsabilidad en transmitir unos valores y unos aprendizajes a los miembros más jóvenes. Valores que pueden y deben quedar impregnados en ellos para la totalidad de su existencia.

Por todo esto, estoy firmemente convencido de la importancia de la educación, sea esta formal, informal, académica o experiencial. Debemos tomar consciencia de que es a través del proceso educativo, como formamos o transformamos nuestras realidades individuales y sociales.

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