Tanto en nivel medio como universitario, se acercan las fechas de examen para materias pendientes. Eso significa que es momento de retomar el estudio, lo cual puede ser particularmente difícil después del receso que implican las fiestas y el período de descanso en enero. Poco más de un mes que parece una eternidad, como si las carpetas, apuntes y resaltadores fuesen elementos de otra vida.
¿Cómo emprender el estudio y prepararse para los exámenes sin morir en el intento?
Acá te dejo algunos consejos que espero puedan ayudarte para que la experiencia sea lo más amable posible:
1. Tener en claro fecha y contenidos de examen. Preparar el material.
Parece una obviedad, pero este es un aspecto indispensable en el que muchas veces fallamos como estudiantes, que es sencillo de gestionar y que nos ahorrará muchos dolores de cabeza.
A la hora de estudiar, queremos concentrarnos en estudiar. Por eso, es importante resolver los problemas organizativos de antemano. Tener en claro la fecha de examen nos permitirá organizarnos, saber de cuánto tiempo disponemos, trazar un cronograma y un plan de estudio. Para esto mismo, es indispensable que tengamos muy en claro qué contenidos entran en el examen, y cuál será la metodología. Si no estamos seguros, es éste el momento de enviar un mail al docente a cargo, y averiguar entre compañeros. Es conveniente que no dejemos pasar tiempo con esto, ya que los docentes no estarán disponibles 24 horas para resolver nuestras dudas, y también verán con ojos positivos que nos estemos haciendo cargo de su materia con semanas de anticipación.
Una vez que tengamos claros los contenidos, debemos asegurarnos de contar con el material de estudio con el que se trabajó, y que el docente utilizará para la evaluación. Nuevamente, este es el momento para conseguir el material faltante. Es muy común que tres días antes de rendir, algunos estudiantes se den cuenta de que les falta una parte del apunte o alguna guía de examen, y empiecen a pedirla entre sus compañeros, quienes usaron todo ese papel para un asado en diciembre. Es una situación que queremos evitar.
Ahora sí, con la fecha, el contenido y el material a nuestra disposición, podemos empezar a estudiar.
2. Comenzar con tiempo, y de manera progresiva.
Nuestra mente ha podido descansar y se encuentra fresca para retomar el estudio. Esto es una muy buena noticia, ya que el cansancio acumulado de fin de año muchas veces es un obstáculo importante para la comprensión y retención de conocimiento. Pero, al mismo tiempo, nuestra mente también se ha desacostumbrado a la lectura y el estudio diario que implica el ritmo del año.
En este momento, comenzar a estudiar es como retomar el gimnasio después de un par de meses sin ir. No empezaríamos con pesas de 20 kilos ni una barra de 50, a menos que queramos desmotivarnos y sufrir una lesión.
La mejor idea es comenzar con más tiempo del necesario. La primera semana, podemos dedicar una hora por día a la lectura, sin presionarnos demasiado. Luego, a partir de la segunda semana, aumentar la cantidad de tiempo y enfocarnos en las técnicas de estudio.
Este método hará más placentero y efectivo el estudio. Para poder llevarlo a cabo, es imprescindible que no nos dejemos estar y comencemos a estudiar, al menos, tres semanas antes de la fecha de examen.
3. Trazar un cronograma y un plan de estudio.
Si tenemos un apunte de 120 páginas y nuestra única actividad es, cada día, leer un poco más y avanzar en la lectura, sin saber cuántas páginas debemos leer por día, qué temas abordan dichas páginas, en qué unidades está estructurada el contenido, etc., es muy probable que nos encontremos el día antes del examen desesperado porque nos quedan aún 50 páginas por leer, o porque nos dimos cuenta de que la última unidad es mucho más difícil que las anteriores.
Para evitar estas dificultades, es importante dedicar un tiempo a la organización del material. Identificar cuántas unidades / contenidos entran en el examen, cuál es el material y la complejidad correspondiente a cada contenido, si hay alguno más importante que el resto.
En base a esto, conviene trazar un cronograma, que nos deje tiempo suficiente para practicar y repasar en los días previos del examen. Idealmente, conviene que planifiquemos para terminar el estudio, al menos, cinco días antes de rendir. De esta manera, dejamos un margen de imprevistos, y también nos dejamos tiempo para repasar y para llegar a la situación de examen con la mente relajada.
4. No tomar el estudio como un castigo, ni como una obligación incompatible con el ocio y la vida social. Integrarlo a tus vacaciones.
Si antes de agarrar un libro, ya creemos que estudiar en febrero es el peor castigo que la vida nos podría haber asignado, la lectura y la concentración se nos volverá mucho más difícil, displacentera, y, efectivamente, terminará siendo un castigo.
Si conseguimos planificar para comenzar progresivamente, y tenemos la tranquilidad de que llegaremos bien al examen, la lectura puede ser una acción muy disfrutable. La planificación nos permitirá asignar un tiempo cada día al estudio, pero poder acomodarlo para también disfrutar de reuniones con amigos u otros planes.
No debemos pensar en el estudio y el ocio como contrincantes, sino como complementos. El descanso es indispensable, y nos ayuda a que el tiempo de estudio rinda mucho mejor.
5. Confiar en tus competencias adquiridas y en tus conocimientos previos. ¡No estás arrancando de cero!
Aunque parezca que te olvidaste de TODO, no es así. Poco a poco, como el cuerpo en el gimnasio, la mente comenzará a recuperar los conocimientos. Confiá en vos mismo/a y en todo el trabajo que ya hiciste durante el año pasado, y a lo largo de tu trayectoria académica.
¡Ánimos!