Cada uno tiene sus propios motivos para empezar con un instrumento. Y estos dependen mucho del contexto desde donde haya surgido esa idea. Unos tienen familiares que ya tocan, otros no tienen ninguno, pero han visto posible acercarse a la música por alguna experiencia en particular. Da igual, en realidad, por donde te haya venido, lo que sí es cierto es que cuando ya decides intentarlo, debes de crear tu nuevo entorno para que esa semilla que ya se ha plantado, la que parece pequeña ahora, se convierta en algo importante, estable, fuerte y te aporte sobre todo, cosas para tu propio disfrute.
A pesar de que vas a tener gente alrededor que te va ayudar a conseguirlo –amigos, profes, youtubers, etc.–, tienes que saber que es un camino en solitario, como ocurre con cualquier rama del saber, solo que éste es un campo que requiere de menos teoría y más práctica. Por eso es importante tener claro que tocas para disfrutar, pero no hay que dejar de lado que:
- Debes de crear un hábito con tus propias reglas
- La frustración te va acompañar desde el principio y hay que aceptarlo
- Tarde o temprano tendrás que compartir tu música con los demás.
Estos tres puntos son tres aspectos que conforman una actitud frente a la música. Por ejemplo con la primera, la del hábito, creamos una relación de continuidad con ella. Nos da igual cómo se vaya configurando, si estás o no en la dinámica de tocar todos los días, solo un día a la semana o de vez en cuando. El caso es que desde el momento en el que has decidido hacer sonar eso que tienes entre manos, ya sabes que debes dedicarle un tiempo, y lo mas importante, es un tiempo que te dedicas a ti mismo. Por eso es tan importante el segundo aspecto: la frustración. Ya que, como momento que dedicas a algo práctico, vas a descubrir que a veces las cosas no salen del todo bien –como seguramente ocurre en otras facetas prácticas de tu vida–, solo que ahora debes de convivir con ello de manera saludable si quieres continuar: no hay que romper el instrumento la primera vez que algo no suene. Las cosas al final salen, y cuando escuches algo que esté medianamente bien, debes de valorarlo también. El sonido mejora con el tiempo, como las personas –me refiero a la mayoría–, y la recompensa final si mantienes una buena actitud es muy beneficiosa. Y precisamente, de beneficios va el último punto. Tal vez no te guste, al principio, que te vean tocar las cuatro, las dos cositas o la única cosa que te sale, es compresible. También te expones ante los demás cuando interpretas algo, y es normal que no quieras hacerlo de inicio. Pero tarde o temprano –y en cada caso este tiempo es diferente– compartirás tu música con alguien. Y sinceramente, creo que es lo mejor que te puede pasar. Las primeras veces contamos con que no saldrá del todo bien, pero después, puedes percibir que la música es una forma de arte que se regala, y donde no suelen entrar los juicios, al menos en los niveles no profesionales. Aquellos que vivan y compartan esto contigo te lo agradecerán. Mejoraréis vuestra calidad de vida, sin duda.
Suerte, y.., ¡bienvenido al club!