Aún estamos en verano, y en Madrid el calor es infernal: nos hierven hasta las neuronas
A pesar de ello, estoy dedicando estos últimos 15 días en preparar a un alumno que tiene que estudiar para los exámenes de septiembre. Uno de tantos que, durante el curso, no se pararon a pensar en lo pesado que sería pasarse el mes de agosto estudiando. Si al menos no hiciera tanto calor, se les haría más llevadero y entretenido.
Hasta que entré en la carrera, nunca me había puesto en la piel del que tiene que estudiar en verano. Que no es como si aprovechas el verano para leer o para aprender cosas a las que durante el curso no has podido dedicarle el tiempo que querías; encima son asignaturas que, generalmente, no te gustan o te aburren, y por eso las dejas para el último momento.
Pero, ¿aprender debería aburrirnos? Me inquieta siempre cuáles son las razones por las que el conocimiento nos agota y nos da pereza. A lo largo de estos años siendo profesora particular, he ido descubriendo algunas respuestas, aunque no todas.
Por lo general, cualquier cosa impuesta no nos suele agradar. Y sí, además, no le vemos la importancia y la utilidad a lo que nos están enseñando, pues mucho menos. Para que algo nos interese, debemos percibir la conexión que tiene ese algo con nuestras vidas o con nuestro entorno. Tenemos que encontrar un vínculo entre lo que nos enseñan y lo que ese conocimiento nos aporta como individuos. Y eso el colegio, lamentablemente (y generalizando), no lo consigue ni nos lo hace ver.
En algunos casos es por el profesor, en otros por cómo se imparte la materia, y en otros porque el alumno se encuentra en una fase en la que se está conociendo a sí mismo y, sinceramente, la ecuación de la parábola le importa un comino.
De cualquier forma, hay un problema en la educación muy grave. Y no nos confundamos: sacar mejor nota no significa haber aprendido más que otro. Aprender significa entender e interiorizar lo que se ha entendido. También es comprender que lo aprendido puede tener utilidad, la que sea, en un futuro que ahora no vemos, pero que llegará.
Me gustaría poder enseñar a mis alumnos eso. Así no tendrían que pasarse el verano estudiando acaloraos, entre otras cosas.