La enseñanza se ha convertido en un arte lleno de nuevas tecnologías y avances insospechados que deberían favorecer la creatividad del docente con el fin de llegar al centro del cerebro de su alumnado. Sin embargo, mi experiencia de más de 17 años impartiendo formación a profesionales y a estudiantes universitarios me ha hecho entender que, no es el centro del cerebro el único lugar donde hay que llegar para estimular un ansiado aprendizaje,sino al centro del corazón, sí, has leído bien, del corazón.
Las emociones humanas influyen en nuestro pensamiento y en nuestra conducta hacia determinadas materias. Si esto lo aplicamos a la enseñanza- aprendizaje, no podemos obviar que el alumnado aprende mejor cuando su entorno se convierte en una experiencia sensorial agradable, amena y divertida, eliminado cualquier emoción de rechazo o respuesta negativa ante determinadas situaciones.
En lo que a mi área de enseñanza se refiere, el Derecho siempre ha gozado de una dudosa reputación entre los estudiantes que se tienen que acercar a él, ya sea porque preparan oposiciones a cualquier puesto que les exija determinados conocimientos jurídicos, ya sea porque enfrentan una carrera donde las leyes parecen haber reclamado su parcela, convirtiéndose en algo desagradable, lleno de letras, latinajos, fechas de leyes , preceptos imposibles de memorizar que logran crear una prisión de conocimientos con una indescriptible sensación de agobio y ahogo personal donde la imagen no existe y la abstracción de un nuevo lenguaje ha tomado su lugar, oscureciendo y haciendo desaparecer las imágenes
La importancia del docente en estos casos es fundamental, pues nuestra misión consiste en enseñar a aprender para que el alumnado a aprenda a aprender. Insertar determinados conocimientos de la forma adecuada y perdurable en el tiempo dependerá del profesor que imparta las lecciones
La letra con sangre entra, era algo muy común en otros años. Actualmente, la alegría que lleve implícito al aprendizaje va a determinar el éxito o fracaso en el traspaso de conocimientos, impregnados de emociones positivas, de esperanza en el logro de objetivos, en mejoras laborales, superación de pruebas posteriores, aplicación de conocimientos a las áreas prácticas. Pero para ello, el profesor debe abordar una tarea fundamental: amor a los conocimientos que transmite a su alumnado.
© 2017 Sonia María Naranjo Gil
SI TE GUSTA COMPÁRTELO