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Consejos para dar clases de instrumento de manera online

Si has llegado hasta este artículo, probablemente te estés enfrentando a dificultades similares a los que pasamos muchos profesores de intrumento al comienzo de la pandemia de la COVID-19. Nuestras clases eran presenciales, junto a nuestros alumnos, escuchándolos en vivo, viendo en detalle su postura, acomodando manos, espalda, hombros, identificando tensiones, tocando juntos.

Ser profesor online

Pues bien, el 2020 ha puesto en jaque a los profesores más tradicionales que no conocíamos la modalidad online, o que directamente no la preferíamos a la presencialidad. Posiblemente, si estás en un país que sufrió el aislamiento obligatorio, los primeros días hayan sido un reto para adaptarte a la virtualidad.

En mi caso, tuve que reformular mis clases de piano, violoncello, teoría musical, historia de la música y dirección de orquesta. Imaginarás que algunas asignaturas representaron menos retos que otras. Y a medida que las semanas fueron sucediéndose, iba aprendiendo y perfeccionándome en el arte de ser profesor online.

Pese a que la pandemia de la COVID-19 va, lentamente, llegando a una nueva normalidad para todos, aún hay muchas personas que prefieren tomar clases desde sus casas sin arriesgarse al contacto con un profesor en directo.

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Por eso, hoy te traigo algunos consejos para dar clases online que me hubiera gustado leer en su momento, y que quizás te sirvan a tí si estás pensando impartir clases 100% online, o afinar un poco tu trabajo para estar más cómodo y obtener mejores resultados.

Encuentra el espacio

Seamos honestos, no todos los hogares están preparados para transformarse sin esfuerzo en un estudio o aula para dar clases a nuestras anchas.

Si quieres sentirte mejor, mi caso fue exactamente lo contrario. Vivía en un estudio/monoambiente en Buenos Aires, junto con mi marido y mis dos gatas. Mis clases eran impartidas desde el espacio donde estaba el comedor, que se tranformaba totalmente todos los días y volvía a desarmarse para la cena.

Lo importante es: cuénta con un espacio adecuado, donde tengas todo lo que necesitas. No importa si debes armarlo y desarmarlo, o si no es el ideal. Encuentra un espacio dentro de tu casa donde puedas estar lo más tranquilo posible (siempre que se pueda), ya que a partir del momento en el que estés a gusto con tu entorno empieza el verdadero trabajo.

Ten a mano los elementos necesarios

Estos dependerán de que tipos de clases impartas, pero a grandes rasgos serían:

1) Instrumento (si lo necesitas)

2) Cámara de video: puede ser la de tu teléfono móvil, tu ordenador o web cam.
En el caso de las clases de piano, yo siempre utilizo dos, una apuntandome a mí (la de la laptop, en la imagen anterior se ve en el lado derecho) y otra apuntando al teclado (la del móvil, colocada en el trípode que se ve frente al piano) para que mis alumnos puedan ver los ejemplos que les doy tocando, y las correcciones.

En el caso de las clases de violonchelo, con una sola de frente que abarque bien al instrumento me alcanza. Muchas veces, eso sí, debo acercarla manualmente para mostrar algún detalle puntual de digitación o de postura.

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3) Trípode para la cámara, o para el teléfono móvil.

4) Buena luz.

No subestimes este punto, ya que en primer lugar, necesitarás buena luz para trabajar y no consar demasiado tu vista, y en segundo lugar, el alumno se sentirá mucho más cómodo si puede verte bien, tanto a tí como a tu instrumento.

5) Buenos auriculares y micrófono.

Hay una verdad que voy a develarte en este momento. Hay instrumentos que es muy difícil que se oigan bien a través de las videollamadas. Con el piano no me sucedió, pero con el violoncello, por ejemplo, me daba cuenta que algunas frecuencias simplemente se pierden, dependiendo el tipo de micrófono que tengamos, o el auricular. Hacerte con los mejores elementos de trabajo que puedas es fundamental, porque de ese modo también compensarás los elementos con los que cuente tu alumno, que no siempre serán los de mejor calidad.

6) Partituras o material de trabajo.

Elige tu plataforma

Será el espacio virtual donde impartirás tus clases. Hay muchas, y todas con sus ventajas y desventajas. Algunas gratuitas, otras pagas, con más o menos limitaciones. Busca información de cada una, si es posible pruébalas y compáralas.

En muchos casos no dará lo mismo, y una plataforma de videoconferencias donde te encuentres cómodo puede convertirse rápidamente en tu mejor aliada.

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Utiliza los recursos disponibles

La tecnología nos da una mano grande al momento de simplificarnos el día a día, y con las clases no es la excepción. Usa la imaginación y explora al máximo las posibilidades de versatilidad que la virtualidad tiene para ofrecer.

Dependiendo la plataforma que uses, en algunos casos puedes grabar tus clases para que tus alumnos las puedan volver a ver posteriormente o compartir pantalla y sonido para mostrar ejemplos o material puntual.

También puedes expandirte más allá de la modalidad del vivo, y grabar material para enviar a tus alumnos (ejemplos, acompañamientos). En mis clases de cello presenciales, por ejemplo, siempre tocaba con mis alumnos algún dueto, cosa que me resultó imposible de forma virtual, por el delay y la latencia. La solución que encontré fue mandarles a mis alumnos mi parte de los dúos grabada, para que ellos pudieran trabajar la voz que les correspondía en sus casa, y luego tocarla en la clase en directo reproduciendo al mismo tiempo el audio que yo les había enviado (cosa que aparentaba eliminar el delay).

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Ten paciencia

Este consejo es importante, y la paciencia te será de gran ayuda por varios motivos. En primer lugar, lleva tiempo adaptarse y sentirse cómodo con la virtualidad, es decir, con no estar presencialmente al lado del alumno pudiendo ver y oír en detalle todo lo que sucede.

Pero no solo esto. A veces la internet fallará, y nuestra imagen se congelará, o dejaremos de oírnos. Otras veces, el delay hará que lo que dices se superponga con lo que tu interlocutor te quiere decir, o que una indicación que des no sea clara.

Sucederá también que querrás corregir algún error corporal, como de postura, y deberás hechar mano únicasmente de tus palabras y pantomimas para que tu alumno te entienda (lo que no es sencillo siempre).

Además, puede que tengas alumnos mayores que no se llevan muy bien con la tecnología, y necesiten tu ayuda y tiempo para adaptarse. Todo es un aprendizaje, y mientras menos nervioso estés, más sencillo será tener una buena clase.

Acepta las limitaciones

Así como te digo una cosa, te digo la otra. Con todo y la versatilidad que nos puede dar la virtulalidad, debemos hacer las paces con la idea de que hay aspectos de la presencialidad que no son posibles de emular o imitar.

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Quizás te encuentres frutrado las primeras veces porque no has llegado a dar todo el contenido que esperabas en tu hora de clase, o porque te ha dado la sensación de que tu alumno no te ha entendido del todo.

No te preocupes. Da lo mejor de tí y te darás cuenta de que, si te esfuerzas, tus alumnos te agradecerán las ganas y podrán obtener el mejor provecho de tus clases.

Otras ideas

Si descubres que el vivo no es para tí, o no es fácil adaptarlo al tipo de clases que impartes, no descartes otras opciones, como cursos online pre grabados.

Hay varias plataformas donde puedes alojarlos, y cobras cada vez que alguien compra tu curso para hacer desde su casa, a sus tiempos.

Sí, es verdad que este método lleva mucho más tiempo de producción, probablemente inversión en buenos equipos (como cámaras, luces, micrófonos), tiempo de planeamiento y edición. Pero la buena noticia es que, una vez acabado, el curso puede estar en la web por mucho tiempo, dejándote ganancias siempre que alguien decida comprarlo.

Espero que estos consejos te hayan resultado útiles, y que puedas sacar el máximo provecho de las clases virtuales, que pareciera que han llegado para quedarse.